16 de jul. de 2015

LLAMAMIENTO

El cazador
que dentro de mí
atisba
y tiende emboscadas,
y excava fosos
atrapando
lo que cae en ellos,
y cuenta sus presas
cuando el viejo sol
termina su paseo,
y se deja husmear
después de la caza
por hienas y chacales,
perros salvajes,
demonios
que piden carroña
e imitan
con aullidos y graznidos
la voz de los muertos,
no es
tan sólo mis impulsos
de destrucción y pánico,
de él
me viene la memoria ancestral
de la desobediencia
al espíritu vivificante,
el gusto desdichado
de la persecución.

Yo no soy
ni bueno ni malo por esencia
sino por participación,
cómo no reconoces, mi huésped,
que no quiero asimilar tus rasgos
más aliá de la vigília.
Yo te guardo;
yo te cuido,
deja en paz mis noches.


 ALBERTO GIRRI

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